Con sutileza poética y humor sereno, Tomás González celebra la vida en toda su plenitud y también en su fragilidad
La historia de Horacio abarca su historia y la de todo lo que lo rodea: su mujer y sus seis niñas, un único hijo malencarado y grosero, cuñadas por doquier, un hermano escritor y otro comerciante, un cuñado médico, dos vacas y los terneros que crecen dentro de ellas, los naranjos de su finca que dan sombra a un Volkswagen de dudoso pasado pero adquirido legítimamente y las docenas de antigüedades cuidadosamente guardadas, algunas de ellas auténticas obras de arte y todas muy valiosas para él solo por el hecho de pertenecerle. Mientras la vida les sucede con rotundo e inevitable humor a estos personajes conmovedores, Horacio enfrenta sus últimos días con serenidad, ironía y una vitalidad que se resiste a lo que le depara el destino.
En este relato desbordante de vitalidad, desde el principio hasta el irreversible final, están presentes el poder de la naturaleza y la fuerza de unas relaciones familiares que todo lo superan. Tomás González, con su prosa depurada y precisa, construye una novela brillante sobre el apego a los objetos, los vínculos personales, los cuerpos y la tierra. La historia de Horacio es una celebración callada de lo que se va y de lo que queda, un retrato íntimo del tiempo que pasa y de la obstinada necesidad de vivir con plenitud incluso en la despedida.
Es la suya una escritura que transmite un mundo y una forma de posicionarse en él, con palabras escogidas y con frases de indudable poesía pero también dejando espacio al silencio .
Mey Zamora, La Vanguardia
González comparte el linaje de los escritores analíticos que bucean en el interior del ser humano con el interés de observar su comportamiento ante determinados estímulos .
Ascensión Rivas, El Cultural